Mi fatal experiencia en el parto
A lo largo de nuestras vidas son muchas las preguntas a las que nos enfréntamos, cuando somos pequeños nos suelen preguntar ¿qué queremos ser de mayor?, cuando somos adultos ¿Cuándo nos vamos a casar? Pero sin duda la pregunta que más se repite cuando te conviertes en madre es:
"¿Y para cuándo el siguiente?".
No sé a vosotras, pero a mí me cansa, me cansa decir que no lo sé, o que me lo estoy pensando... Por no explicar todo lo que hay detrás, pero hoy me siento preparada para escribir el porque quizá no he vuelto a ser madre otra vez, por lo menos de momento...
Mi historia comienza mucho antes de ser madre, yo soy hija única y mi ilusión siempre ha sido ser madre de una familia numerosa, pero no un número cualquiera, siempre he dicho que quería tener 5 hijos, ni cuatro ni seis, cinco, pero claro la vida te pone en situaciones que puede que no sean las que un día imaginastes...
Pues bien, en 2018 tuve a mi pequeño gran hombre, Enrique, un niño que desde que nació siempre ha sido enorme y con él tiempo he visto que esa grandeza es porque debe tener espacio para ese gran corazón, y sigo porque me derrito al hablar de él...
El embarazo que tuve fue genial, comparado con otras mamis amigas y conocidas, pero el parto... Aquello no fue tan bien como los 9 meses anteriores.
Entiendo que todos los partos son difíciles y dolorosos, pero ahora entenderéis porque mi parto no fue tan convencional.
Yo me levanté un 24 de diciembre de 2018 y empecé a tener contracciones pero muy espaciadas de tiempo, a medida que avanzaba el día las iba teniendo más seguidas pero todo bien, fuimos a cenar con la familia como otro día de navidad más, pero a mitad de la noche ya tuvimos que coger el camino al hospital porque ya eran contracciones muy seguidas. Tal como llegamos me ingresaron y estuve hasta el 25 a las 23:00h con esas contracciones aún soportables para mi cuerpo, a esa hora me pasaron a la sala de dilatación Y no fue hasta las 4 o 5 de la madrugada que mi cuerpo ya estaba cansado, ya llevaba 24h, pero aún no estaba lo suficientemente dilatada como para dar a luz a ese maravilloso ser.
A esta hora (5 de la madrugada) era tal el cansancio que pedí que me pusieran la epidural, pero me hace gracia porque inocente de mi que aquello no me hizo efecto y es que tengo un "problema" que la anestesia mi cuerpo la rechaza, también me pasa cuando voy al dentista, no me sirven por más fuertes que sea la dosis de anestesia... Primero me pusieron epidural, al ver que no me hacía efecto me subieron la dosis, pero nada, luego me inyectaron otra anestesia ("raki" creo recordar), y nada así que una vez más me anestesiaron con otro medicamento sin éxito ninguno. A todo esto la bolsa no estaba rota así que vinieron a romperme la bolsa para ver si así se aceleraba el proceso, pero ni con eso...
Fue por fin a las 10 de la mañana del día 26 de diciembre cuando estaba totalmente dilatada para parir y así fue, a las 10:15h ya estaba mi bebé en el mundo, pero se lo tuvieron que llevar rápido a cuidados neonatos porqué al haber estado tan estresado se hizo caca dentro de la bolsa y tragó de aquello, estaba moradito y además no me cogió el pecho porque soltaba mucho líquido por su boquita. Pero ahora llega lo interesante y es por esto por lo que aún no estoy preparada para volver a quedarme embarazada, resulta que mi hijo nace, se lo llevan y lo cuidan, pero yo me quedo en el quirófano, antes de dar a luz me hicieron una episotimia sin previo aviso y sin preguntar, eso para empezar, la tijera que utilizaron NO CORTABA, imagínate por un momento todo lo que te he contado antes de las anestesias y que estoy en mis cinco sentidos, en esa parte tan delicada un tijeretazo que no me corta si no que me da un pellizco que ni te imaginas... Volvió a intentarlo con otra tijera y ya fue cuando cortó... Todo eso yo sin quejarme de nada porque estaba de los dolores ya hasta ahí mismo.
No amiga, eso no fue lo peor que me pudo pasar, la placenta... Esa fue mi enemiga, NO SALÍA, ella decidió adherirse a mi útero como si no hubiera un mañana y no quería salir, entonces fue cuando llamaron las enfermeras y matrona al ginecólogo y como el que asiste el parto de una vaca se puso su guante, se arremangó la manga hasta el hombro se embadurnó el brazo de Betadine y me introdujo su brazo hasta más arriba de su codo, es decir, hasta por debajo de mi pecho que es donde estaba la dichosa placenta... Si señoras dolió y mucho, esto lo hizo 3 veces y la placenta no había manera de cogerla, entonces dijo este hombre una frase que me puso en alerta:
"Enfermera, esta es la última vez que lo intento, si no sale preparame el quirófano".
¿Cómo? ¿Que después de todo lo que he pasado, que he parido por donde se supone que debo parir, encima voy a experimentar también una cesárea? ¿2 partos en 1? Madre mía... En ese momento me encomendé a Dios, le dije: "Dios mío tuya soy aquí estoy, haz de mi lo que quieras que sea", me relajé de tal manera que cuando ese hombre volvió a intentarlo ¡Salió la placenta entera! ¡Que alegría!
Una vez pasado todo esto, estando en planta vinieron todos los enfermeros/as, matronas e incluso personal de limpieza a darme la enhorabuena por tan mal parto, jaja, broma a parte me felicitaron por haberme portado "bien" por haber sido fuerte después de todo lo que tuve que pasar, además me dijeron que ese día fui un milagro porque podría haberme quedado en el quirófano por lo que había sucedido con la placenta, podría haber tenido una hemorragia y desangrarme, pero no. Recuerdo que una de ellas me dijo con gracia si quería tener más hijos después de aquello, y respondí si y mil veces si, aunque probablemente mi próximo embarazo fuera de alto riesgo, fue una experiencia horrible pero ver nacer a mi hijo a sido la experiencia más brutal y bonita a la vez que he vivido en toda mi vida.
Así que déjenme decirles a todas las personas que me preguntan que para cuando el siguiente, que aproximadamente del 0'5% al 1% de los nacimientos les pasa lo de la retención de placenta, que son casos complicados y no se sabe si me puede volver a suceder, y que estoy deseando de volver a ser madre, pero tengo miedo, no por lo que me pase a mi, si no porque me vuelva a pasar y deje huérfanos de madre a mis hijos, porque nadie los va a proteger como lo hago yo y porque nadie los va a amar como lo hago yo. Y escribo estas últimas líneas con lágrimas en los ojos porque no sé cómo afrontar ese miedo de querer, pero me paralizo por lo que he vivido.
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